Arrinconada y suspendida en el aire observa,
impune se expone e impone su baile continuo,
la danza de todas las noches.
Incansable su amo alimenta la mente,
su cuerpo aumenta el tamaño,
embelleciendo su contorno.
Nadie se anima, todos miran para otro lado, menos uno;
llega, se detiene, sostiene la mirada hasta vencerla y la
tumba.
De una puñalada queda tumbada, enterrada, entendiendo que:
solo se estaban sosteniendo porque la ley todavía los
ignoraba.